sábado, 11 de junio de 2016

Una forma de cambiar lo que nos importa.


Su primer recuerdo como víctima de acoso escolar se remonta a sus cuatro años. "Idiota, raro, alien...". Durante su etapa infantil sufrió constantes vejaciones y nunca faltaron las agresiones físicas. "Me insultaban y me apaleaban. Utilizaban lapiceros para clavarlos en mi espalda y aún hoy tengo las marcas", cuenta Hugo (nombre ficticio), que ahora tiene 14 años e innumerables secuelas, emocionales y marcadas en su cuerpo, por ese maltrato al que ha estado sometido varios cursos. ¿Su pecado? Ser diferente, tener un cerebro privilegiado, un cociente intelectual más allá de lo estándar
Sólo por eso, le han esperado detrás de un tobogán para golpearle entre varios de sus compañeros de clase, le han lanzado piedras, le han pegado con palos... "Como a los judíos", describe el propio adolescente. Desde que tiene consciencia, argumenta, "he sufrido el repudio constante de quienes me rodeaban. O me excluían de los juegos o me obligaban a participar en el fútbol. La discriminación era diaria". Como él mismo explica, "no contaba ni con el apoyo de la profesora, quien me castigaba sin recreo durante meses, a oscuras en el aula. Se enojaba cada vez que resolvía sus preguntas de forma distinta a los demás e insistía en que mis respuestas no eran las correctas. Se volvía iracunda, me ponía ejercicio extra e incluso me llevaba a dirección". 
Por desgracia, su historial de 'bullying' no es un caso aislado. Aunque "prácticamente no hay estudios al respecto, se ha planteado que alrededor de un 80% de los niños con altas capacidades sufren acoso escolar en primaria", expone Isabel Ancillo, psicóloga y psicopedagoga especializada en la atención de personas superdotadas. De hecho, la Confederación Española de Altas Capacidades Intelectuales (Confines) ha denunciado en varias ocasiones que los menores superdotados tienen más riesgo de ser víctimas de 'bullying' y pide a las administraciones educativas que colaboren en la búsqueda de soluciones a los problemas que padecen muchos de estos niños en España mediante la atención a sus necesidades específicas de apoyo educativo y la articulación de medidas preventivas. 
Se calcula que entre el 3% y el 5% de la población es superdotada, lo que equivale a unos 300.000 alumnos españoles. Todos ellos tienen la 'suerte' de tener cerebros brillantes, pero muchos lo viven como Hugo, como "el motivo que ha perjudicado y trastornado" su vida. "No he sido feliz casi nunca". Declaraciones demoledoras si no fuera porque a día de hoy, Hugo empieza ver la luz. Lleva dos años en el instituto, ha cambiado de entorno y se siente más integrado con sus actuales compañeros. 
Después de clase, 'exprime' su tiempo para 'saciar' su intensa curiosidad intelectual. La que más le ocupa es la música, que le "fascina". Dedica sus tardes al conservatorio. Algunas, hasta cinco horas. "Hace seis años quedó entre los 10 primeros en las pruebas de acceso", señala con orgullo su madre, Sandra (nombre ficticio), al ver que su hijo empieza a superar años de sufrimiento. "Quiero ser compositor y músico", apunta Hugo. También le gustan mucho las ingenierías aeronáuticas como posible alternativa de futuro."
Fuente: el mundo.es
Es increíble la cantidad de espisodios como éste pasan en el mundo cada minuto del día. Es increíble lo cruel que puede llegar a ser el ser humano con nosotros mismos. Y es totalmente increíble cómo puede cambiar la vida de una persona que sufre estos efectos hasta suicidarse. 
Afortunadamente y doy gracias por qué ninguna persona de mi entorno ni yo hayamos pasado por algo así. Es muy duro escuchar a un niño decirle a su madre que no quiere ir a clase porque se encuentra mal y verdaderamente no quiere ir porque le da miedo. ¿En qué mundo vivimos? Aún con 17 años de edad no entiendo cómo alguien puede ser tan cruel con una persona que no le ha hecho nada. En el caso de "Hugo" por ser inteligente. 

En las noticias aparecen muchos casos parecidos, pero el caso que más me impactó fue la famosa carta que escribió un niño antes de suicidarse por un caso así. En la carta describía como se sentía y el porqué hacía esa barbaridad. 
Hay que acabar con esto, no podemos ir marginando a personas por ser diferentes a lo que solemos llamar " personas normales " , a lo mejor las personas normales son ellos. ¿No lo habéis pensado así ? 
Todos somos iguales, tenemos cuatro articulaciones, dos ojos, nariz, boca, y un sólo corazón. Nadie es más que nadie, y nadie tiene derecho a quitarle las ganas de vivir a nadie. 

Tenemos que querernos por cómo y quiénes somos, vive y se feliz. Eso es la clave de la vida.

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